jueves, 27 de agosto de 2009

262.minuciosamente

"Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente."

 J. Cortázar, Rayuela, cap.1

domingo, 16 de agosto de 2009

261. El dedo.

Del cine:

"Monsieur, quand le sage montre les cieux, l'imbécile regarde le doigt"
 [Señor, cuando el sabio señala los cielos, el imbécil mira el dedo]

-Le fabuleux destin d'Amélie Poulain

lunes, 10 de agosto de 2009

260. Los hombres que odian a las mujeres


  Män son hatar kvinnor, literalmente traducido 'Los hombres que odian a las mujeres', es la primera parte de una trilogía de novelas policiacas suecas llamada Millennium, escritas por el ya fallecido periodista y hoy célebre, Stieg Larsson (1954-2004).
  En castellano el libro apareció como Los hombres que no amaban a las mujeres, quizá siguiendo a la publicación francesa: Les hommes qui n'aimaient pas les femmes. Lo cual interpreto simplemente como una cuestión de mercado, pues es probable que hayan asumido que el título exactamente traducido era demasiado fuerte y quizá ello se reflejaría en las ventas, en especial tratándose de las potenciales lectoras. Pero sin duda, la historia va mucho mejor con el título original*. En inglés la cosa es todavía peor, se llama The Girl with the Dragon Tattoo haciendo referencia a uno de los personajes principales.
  Tengo resistencia a leer best sellers y nunca había tenido interés por acercarme a la novela policiaca, quizá con la sola excepción de las obras de Yasmina Khadra, las cuales son en ocasiones clasificadas en ese subgénero pero que en mi opinión tienen dimensiones narrativas e ideológicas que desbordan por mucho a la novela negra. Pero volviendo al asunto de Larsson, después de leer algunas críticas interesantes decidí hacerme de un ejemplar en económica que encontré en una librería de Beirut. 
  Como mi conocimiento de la lengua sueca es totalmente inexistente, me pareció que la traducción británica estaría bien y comencé a leerla como pasatiempo de viaje. Reconozco que la historia 'me enganchó'.
No pretendo hacer aquí ni una crítica literaria en forma, ni tampoco un reporte de lectura, simplemente quiero compartir mi impresión general sobre este fenómeno de marketing literario.
  La novela está escrita en dos ritmos, el primero calmado sin llegar a ser totalmente lento, lleno de adjetivos y rodeos ilustrativos. Larsson logra llevarte de la mano hasta por ahí de la página 300 sin que la verdadera acción comience. Este señor preparó la mesa con tal esmero que uno no se desespera y se larga. Eso sencillamente es tener talento. Después la narración acelera vertiginosamente como si fuéramos a bordo de la motocicleta modificada de la chica del tatuaje. Para la página 446 el misterio está resuelto y este tipo tiene todavía la osadía de poner 87 páginas delante para terminar su historia. E insisto, uno se queda hasta el postre sin darse la media vuelta y esfumarse.
  Dos personajes principales que mantienen el balance de la obra: 
  Mikael Blomkvist, un periodista de cuarenta y tantos años, socio de una pequeña pero buena revista financiera llamada Millennium. Idealista y hasta un tanto ingenuo, quien ha perdido el primer 'round' en contra de un magnate, mafioso y especulador. Por ello ha decidido tomar un inusual trabajo temporal que le ofrece Henrik Vanger patriarca de una dinastía familiar de industriales en decadencia.
  Lisbeth Salander (la chica de la moto y los múltiple tatuajes y piercings) con personalidad en el borde de la desadaptación social pero brillante hacker e investigadora, memoria 'fotográfica' incluida entre sus múltiples y poco ortodoxas habilidades.
  Dos cosas por hacer sin dejar que Millennium se hunda: 
  -Resolver el misterio de la desaparición hace casi cuarenta años de la sobrina de Vanger quien sospecha que fue asesinada por algún miembro del clan, el cual evidentemente (y no tanto) tiene varios esqueletos en el armario.
  -Recuperarse del asalto perdido y terminar con Wennerström, el industrial mafioso antes mencionado. 

  Quizá solo sea la sensación literaria del momento, pero me ha parecido bien escrita y llevada. Entretiene y captura la atención, incluso de lectores un tanto 'duros de roer'. Ya veremos si el gusto me dura para leer la segunda parte.
  Y por cierto, la película no es realmente buena.


LARSSON, Stieg. 2005. The Girl with the Dragon Tatoo: Millennium I. [trad.] Reg Keeland. London : Maclehose Press, Quercus, 2005. pág. 534. ISBN1098765432.


* La referencia directa se encuentra en el capítulo 28 en palabras de Lisbeth Salander: "Otro hombre que odia a las mujeres" [p.493 de la edición inglesa: "One more man who hates women"]

jueves, 6 de agosto de 2009

259. Malicious

"There's always someone willing to believe malicious rumours."

-Stieg Larsson The Girl with the Dragon Tattoo

sábado, 1 de agosto de 2009

258. El síndrome Big Brother


"Il faut dans nos temps modernes, avoir l'esprit européen"
-Madame de Staël (1766-1817)

Hace algunos días tuve la oportunidad de visitar por primera vez Londres. Me pareció una ciudad sumamente interesante y bella en muchos sentidos. Descubrí que los londinenses, especialmente los jóvenes, son bastante más amigables que los parisinos. También comprobé que el Canal de la Mancha separa visiones del mundo totalmente distintas. En las humanidades frecuentemente encontramos "la Escuela francesa" y "la Escuela de habla inglesa" (es decir británica-estadounidense).  Es fácil comenzar a entender el porqué cuando se toma un tren en París y se desciende en Londres. No es sólo cuestión del idioma, la moneda, la forma de gobierno, el sistema métrico, el modelo universitario,la comida, el sentido para circular... Es algo mucho más hondo, es algo que incluso se percibe en los colores de las dos ciudades.
Quizá vaya comentando en otras entradas detalles de tales impresiones, pero por ahora tocaré un punto que me ha tenido meditando. La capital inglesa tiene cámaras de videovigilancia en cantidades impresionantes. Están por todos lados e incluso hay anuncios que señalan su existencia como medio disuasivo. Y hasta donde sé, ya estaban ahí antes de las bombas en el metro. En casi todas las ciudades modernas hay cámaras de video, pero en Londres su presencia es incluso exagerada. Irónicamente en Belfast, donde los problemas de violencia pueden llegar a ser realmente graves, no encontré tantos dispositivos electrónicos.
Puede que me equivoque pero esa es una manera un tanto sutil de percatarse de la existencia de una mentalidad policiaca por parte del Estado. En el único país 'europeo' en donde un oficial de frontera me ha hecho numerosas preguntas ha sido en Gran Bretaña, quizá he corrido con suerte, pero me recordó un tanto a la forma de ser de sus "primos" en Norteamérica, y me recordó también el porqué, con todo y sus problemas, Europa siempre me ha parecido mejor que "the american way of life". Ahora lo único que espero es que a esa Europa no le dé por copiar modelos que le son ajenos en nombre de la "seguridad", como ya está ocurriendo en Italia o en ciertos países del Este, en donde los viejos hábitos comunistas parecen no haber desaparecido del todo.